En este extenso artículo no vamos a entrar (quizás ya no lo volvamos a hacer) en la efectividad de la homeopatía. Es un tema ya tratado suficientemente, dejando constancia de la ausencia de pruebas de su efectividad más allá del efecto placebo. Vamos a hablar de su situación en un país donde se puede encontrar en casi todas sus farmacias de una forma un tanto peculiar. Tanto que las conclusiones serán sorprendentes para muchos que tienen por asumidos algunos datos. Pero mejor empecemos por poner en un contexto nuestra argumentación.
Contexto: situación actual en España
Con alrededor de 46,5 millones de habitantes, la población activa ronda la mitad de estos (23 millones). La tasa de desempleo es del 23,7% (datos EPA 4º Trimestre 2004) Es decir, casi 1 de cada 4 personas está sin trabajo, con especial incidencia en los menores de 25 años (51,7%) Del total de parados la mitad lo está desde hace más de un año. Para hacernos una idea de la magnitud de este problema en la Unión Europea solo hay un parecido: Grecia. Con una importante diferencia: su población activa es de 5 millones de personas (de sus 11 millones de habitantes). La tasa media de desempleo (a la que contribuye enormemente en lo negativo España) en la U.E. está en el 11,2%.
A partir del año 2000 comenzó una época crítica de crecimiento. Sin embargo, a finales de 2007 y ya con claridad en 2008 se pasó por varios motivos (la mayoría errores en la política financiera de países y entidades bancarias) a una crisis negativa grave donde, p.ej., el Producto Interior Bruto (PIB) de 2012 fue más de un 15% menor que el de 2008.
Si para que las cosas marchen con normalidad en un país su Producto Interior Bruto (PIB) debe crecer todos los años (1,5-2%) un descenso tan acusado es una maquinaria de destrucción que notan sobre todo las capas más desfavorecidas de la sociedad en una marcha imparable que a día de hoy no se ha detenido (su efecto va un paso detrás de la publicación de cifras macroeconómicas)
Un país con los piés de barro
Se demostró que la economía del país tenía (y tiene) los pies de barro. Donde la construcción y el turismo habían sido motores de crecimiento la crisis, la explosión de la burbuja inmobiliaria y el descenso del turismo local y foráneo fueron un puñal.