Para cualquier persona debe (o debería) resultar extraño, chocante y sorprendente ver que alguien acude a un evento a aceptar sin más lo que le dicen. No deja de ser curioso, además, que quien va a decir cosas se autoengañe y crea esas cosas. Si a todo esto le sumamos una doble pseudociencia («terapia de vidas pasadas», involución de la «terapia regresiva»), un auditorio deseoso de escuchar lo que han ido a oír y unas autoridades municipales que lo amparan (por el motivo que sea) obtenemos un cóctel de riesgo para la salud, en especial la mental.
De entrada, el anuncio del evento al que referiremos este artículo nos llegó tan solo dos días antes a través de los medios de comunicación locales, que con bastante profusión dieron publicidad del mismo, alguno con entrevista radiada en directo a la asociación convocante incluida. El acto fue grabado por las cámaras de la televisión local (enlaces al final del artículo)
Estos medios evidencian las carencias a todas las escalas del periodismo actual, más enfocado a conseguir más «masa comercial» que la esperable calidad, obviando reglas periodísticas sencillas como investigar, comprobar o elaborar las noticias que ofrecen (no ser meros transmisores de notas de prensa), o su responsabilidad social. Es la conocida «crisis del periodismo» que tan bien describieron Josu Mezo y Antonio Calvo Roy en la entrevista que les realizó Aberron en #Naukas15 (chupito)