La crítica es necesaria, siempre. Tanto a lo ajeno como a lo propio en forma de autocrítica y buscando siempre un ánimo constructivo. Sin embargo ni siquiera esa premisa nos libra de errar, ni de caer en alguno de nuestros sesgos ni de que el proceso comunicativo con el receptor de la crítica provoque un efecto no deseado.
Se debate durante estas últimas horas si las formas en que se intenta divulgar el pensamiento crítico y el escepticismo (algunos lo extienden al global de la divulgación científica) son las adecuadas o no.
Muchos dicen tener las claves para llegar al gran público (aunque incurran en los errores que critican). Tampoco ponen en práctica de forma activa dichos métodos o, al menos, no ha trascendido ningún logro con los mismos. Solo hay que ver las reacciones suscitadas por el artículo que origina este post.
Por contra, sí emana junto a la crítica una animadversión incontrolada hacia algunas personas por hechos puntuales lo cual es un claro obstáculo para la propia crítica. Ello provoca numerosas contradicciones dentro de lo dicho, y entre lo dicho y hecho por varias personas.
El artículo de marras
La cuestión es que «Arrogantes, maniqueos y endogámicos: la otra cara de los escépticos» empieza mal ya con el ataque personal implícito en su título el cual no fue rechazado por Fermín Grodira, su autor (pese a que manifiesta que no es de su agrado), y ondea en la proa del texto.
El resto carece de una estructura comprensible pese a anunciar ser «una aproximación al pensamiento crítico» (el cual no vuelve a ser citado). Sí queda clara la postura prejuiciosa y generalizadora del autor sin haber ni tan siquiera comenzado el artículo en si: «Los representantes del movimiento escéptico, defensores del racionalismo y del pensamiento crítico, son cuestionados por ser pocos efectivos, hostiles y poco dados a la autocrítica«.
Al conocer un poco más la opinión del autor sobre el escepticismo comprendí que este buscaba revancha por hechos que le sucedieron con algunas de las personas más activas del escepticismo en España. De hecho, si su intención era describir hechos puntuales de algunas personas olvidó mencionar en su artículo a quién se refería.
El resultado es una visión distorsionada, limitada y sesgada del escepticismo al presentar como característicos ciertos comportamientos en todas las personas que practicamos el escepticismo cuando, en realidad, son ocasionales.
No entraré a opinar en detalle sobre el texto (algunos ya lo han hecho) pero sí les voy a dejar las que fueron mis respuestas al cuestionario que me remitió el sr. Grodira al efecto de confeccionar su artículo y sobre el cual le manifesté mi extrañeza (que no sorpresa). Tan solo he corregido alguna pequeña errata gramatical/ortográfica sobre mi original. Cada párrafo responde a una cuestión:
Todos somos sospechosos de aplicar creencias a nuestro discurso, ya sea en mayor o menor medida. Y me acuso el primero de ello. Que defienda una posición, sea la que sea, no me hace infalible.
No se obvian, para nada, sí parece que algunas personas hablan con demasiada ligereza. De continuo se denuncian situaciones de debilidad, de desigualdad, etc. El por qué se llega a una pseudociencia es muy importante, como lo es decir por qué algo es pseudociencia. Sin estos dos ángulos no se puede tener claro que en la decisión final, bajo las circunstancias, subyace una creencia. ¿Qué otra cosa podría llevar a alguien a gastar lo que no tiene en algo cuya falta de utilidad real no va a comprobar hasta que sea tarde? Y rompo una lanza por los profesionales sanitarios de España: pese a los graves recortes o condiciones laborales no olvidan que tratan a personas. Ojalá quienes creen que se puede recortar en salud caigan pronto en su error. En cuanto a los convencidos poco se puede hacer salvo que otros vean hasta donde puede llegar su irracionalidad. De hecho, lo poco que parece funcionar en esos casos es que sucedan hechos graves que afecten a esa persona, lo cual no deja de ser muy triste.
No sé de dónde sale esa serie de afirmaciones, me parece una falsedad de tomo y lomo. ¿Le parece poco realista que se pida que solo se usen terapias basadas en evidencias rigurosas? ¿Idealista es dudar de todo lo que se publica y descartar lo que no se ha demostrado o lo que se creía anteriormente demostrado? Desde algún sector con una flexibilidad veletística digna de análisis se critican estos planteamientos sin argumentos, solo desde el insulto. Me cita libros muy recomendados dentro del escepticismo, con los que estoy de acuerdo en la mayoría de cosas. Sobre confusiones y carencias pienso que todos las tenemos y no solo en las áreas que nombra. Lo importante es intentar minimizarlas, algo que procuro día a día.
Esa es una generalización muy injusta que denota un escaso seguimiento de la divulgación escéptica y sí una atención exagerada a hechos ocasionales (siempre reprobables). Se procura debatir de forma razonada y con fundamentos por lo que las conclusiones vigentes en ciencia son parte esencial. Se intenta ayudar a la otra parte a detectar sus errores y se espera lo mismo de ella, siempre sin menoscabar a la persona. Eso es básico. Por desgracia algunos debates se tensan. Comunicar algunas cosas no es fácil aunque suelen ser las creencias las que originan mayor fricción junto con malentendidos. Raro el día en que no recibo algún insulto, los cuales condeno los diga quien los diga.
Precisamente su planteamiento es una falacia por la generalización que realiza y por la falsa dicotomía que plantea. Ni son abundantes ni que se denuncien hace que no se cometan. Quizás ignora el hecho de que, a veces, se usan falacias como parte del razonamiento para que la otra parte se aperciba de las suyas, ya sea imitando su falsa lógica o exagerando otra para su fácil detección.
¿Qué privilegio?¿Qué afines? El gran privilegio para mí es poder conocer a muchísimas personas que piensan sobre muchas cosas de formas muy diferentes a la mía, me enriquece. Puedo decir con orgullo que mis seguidores son muy críticos con lo que digo (que no va en función de nadie) y no dudan en hacerlo de forma abierta. Solo hay que mirar las menciones que recibo.
Y, en efecto, no se intenta convencer a nadie sino impulsar el pensamiento crítico para que cada cual saque sus conclusiones.
Un error clamoroso es afirmar eso y no mover un dedo al respecto. La crítica a postulados sociales, comerciales, políticos, etc. es constante aunque no alcance la intensidad que tienen las ciencias experimentales. En mi caso me planteé qué no llegaba a todo y que debía priorizar. Concluí que por ese (y otros factores) me debía centrar en las pseudociencias en el área de salud ya que tienen una incidencia directa, en muchos casos fatal. Los logros contra las pseudociencias en un área pueden ser un apoyo en las demás.
No veo que haya una relación causa-efecto entre el escepticismo y la falta de diversidad de quienes lo divulgan y lo reciben, y sí el reflejo de una situación social que desde todos los sectores se debe mejorar. El «mensaje escéptico» (como usted lo llama) no se dirige a nadie concreto ni a ningún sector, y sí apela a la razón de todas las personas.
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