Durante las últimas fechas me han llamado la atención diversas actitudes que me han llevado a reflexionar sobre si el empuje de las pseudociencias es tal, o tiene un mayor eco por lo sensacionalistas que son y la falta de acción por parte de aquellos que pueden ponerlas en un lugar más apropiado.
Por un lado uno de los farmaceúticos que en nuestro país rechaza abiertamente la homeopatía (cumpliendo así además con las obligaciones éticas de esta profesión) Alonso Luengo (Gijón), durante el acto online #NoSinEvidencia que organizó la Deleg. de estudiantes de Medicina de la Univ. de Valladolid con el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) contra las pseudociencias y la charla que pretendía dar en esa universidad Josep Pàmies, comentó de una forma algo derrotista una realidad que nos entristece: el negocio de muchos por encima de la ética farmacéutica:
@qmph_es no te creas hay muchos compañeros que saben que la homeopatía es un fraude pero tienen que atender a las prescripciones que reciben
— Alonso Luengo (@f_alonsoluengo) noviembre 8, 2014
En nuestra opinión, dicha supuesta obligación no es tal en casos como la homeopatía y podría provenir de un error de interpretación. Tal como indica la Ley 29/2006 de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios, artículo 84.3, las oficinas de farmacia están obligadas a dispensar los medicamentos solicitados siempre que cumpla con el reglamento: los productos homeopáticos (a día de hoy) no son medicamentos, y carecen p.ej. de código ATC. De hecho, pueden hacer publicidad precisamente por este hecho.