MIEDOS/CONSPIRACIONES: ANTIVACUNAS

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Difteria en niño no vacunado por decisión padres 27/06/2015 Olot, Girona España Muerte de un niño por difteria

Entre los descubrimientos más olvidados que ha realizado el ser humano están las vacunas. Y es que se han hecho algo tan cotidiano que ni recordamos las épocas en que enfermedades como la viruela, el sarampión, la varicela o la poliomielitis causaban verdaderos estragos entre la población. Auténticas plagas que han remitido o desaparecido gracias a este método de inmunización que observó en 1796 el médico rural Edward Jenner.

Jenner vió como las personas que ordeñaban vacas se infectaban de algo parecido a la viruela, pero más débil. Y que posteriormente ninguna de estas personas contraía la viruela (que estaba en máximos por aquellos días) Realizó un experimiento en un niño de ocho años inoculándole primero esa viruela vacuna, de la cual desarrolló los síntomas. Una vez recuperado de esta le inyectó la viruela humana. No la desarrolló: estaba inmunizado.

Después el francés Louis Pasteur logró, gracias a un error de un ayudante en 1880, comprobar que si debilitaba los patógenos antes de inyectarlos lograba también la respuesta inmune del organismo y reducía los síntomas hasta el extremo. Desarrolló tratamientos contra enfermedades como la rabia, y en honor de Jenner llamó “vacuna” a este método. El éxito fue rotundo y abrió un camino que se sigue utilizando para intentar encontrar prevención a enfermedades como el ébola. Las cifras no pueden ser más elocuentes1).

Sin embargo, como sucede con otros adelantos del ser humano, no faltan aquellos que demonizan las vacunas sin fundamento. Pese a que la efectividad disipó los temores iniciales en el Siglo XIX, hace unos años alguien con un grave conflicto de intereses generó con mentiras una falsa alarma que ha propiciado una corriente social conocida como “antivacunas”. El nombre de Andrew Wakefield está ya en el cuadro del deshonor y la mala ciencia por su intento de vincular la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y paperas) con el autismo. Su estudio y la relación causa-efecto que establecía, publicado inicialmente en The Lancet, fue enseguida desacreditado y tras investigarse con profundidad se descubrió un entramado con el que Wakefield pretendía enriquecerse.

Lamentablemente los medios de comunicación dieron credibilidad al estudio inicial, centrándose en el alarmismo y el amarillismo. Wakefield apareció en numerosos medios y ello contribuyó a extender el bulo. La historia sobre este engaño la analiza con detalle Ben Goldacre en su muy recomendable libro “Mala Ciencia”.

Ni los desmentidos han servido para frenar esta corriente, que solo a raiz de los problemas reales que está produciendo la falta de vacunación en EE.UU. está empezando a recapacitar. Lamentablemente, este fenómeno se ha cobrado ya alguna vida, por no hablar de las muchas personas que han tenido que pasar una enfermedad como el sarampión en un repunte sin sentido.

En España el movimiento antivacunas es muy reducido, aunque tiene figuras muy destacadas en él como son Teresa Forcades o Miguel Jara. Otros sectores (como NoGracias o el sr. Juan Gervás) contribuyen a la confusión de la población con mensajes ambiguos y de difícil comprensión por el público en general. E igualmente apoyan ocasionalmente campañas contra vacunas como la que realizan contra la segura y eficiente contra el VPH. En cuanto a los sectores, hay algunos casos de coincidencia de antivacunismo en comunidades naturalistas/ecologistas, como una que apareció en el programa “La caja” (Cuatro), donde una madre hablaba sin reparos de que no había vacunado a su hijo y este había contraido paperas.

Y en caso de duda, por favor, infórmense con medios rigurosos.

Isidoro J. Martínez Vélez 2015/06/07 12:39
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