La estrategia de la OMS sobre medicina tradicional

Hay un argumento manido hasta el desgaste por los vendedores de pseudociencias. Según ellos, la Organización Mundial de la Salud apoya esos supuestos tratamientos en la «Estrategia de la OMS sobre medicina tradicional». Encontrareis a practicantes de todo tipo de pseudoterapias aludiendo a ello. Desde homeópatas a acupuntores, de ozonoterapeutas a naturópatas. Contar con el aval de la mayor organización de salud del mundo sería un gran apoyo. Por mucho que la OMS carece de capacidad ejecutiva en sus miembros. Pero… ¿es todo esto cierto?

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El origen de esta estrategia hay que buscarlo en la resolución WHA 22.54 de la OMS, de 25 de julio de 1969. La asamblea de la OMS pedía a su comité directivo que estudiase el despilfarro que suponía el uso de remedios tradicionales sin eficacia ni inocuidad demostradas en países con menor desarrollo médico. Y que ayudase a las industrias farmacéuticas a implantarse allí donde fuesen necesarias al contar con medicamentos probados científicamente.

La resolución WHA 29.72 (de 21/05/1976) insta a los sistemas nacionales de salud a contar con el personal sanitario necesario y a darle la formación adecuada. Menciona (sin justificarlo) que, si procede, se reserve un cupo para la medicina tradicional. Lo cual solo se puede entender como un mantenimiento de la cercanía del modelo sanitario a la sociedad (nunca como una evidencia de efectividad).

Siguiendo un rastro de resoluciones de la OMS

La siguiente a tener en cuenta es la WHA 30.49 (19/05/1977). Reclama investigación sobre los sistemas tradicionales para ver si son útiles. Y lo hace ante la escasez de recursos en ciertos países mientras iban desarrollando los sistemas avanzados. En football americano esto se llama lanzar un «Hail Mary» (en España solemos decir «a ver si se aparece la Virgen»). Dicho de otro modo: dado que no iban a tener otros recursos sanitarios de forma inmediata, al menos aprovechasen lo útil que de lo que tuviesen… si es que había algo. Y la OMS habla en todo momento de investigar, no de aceptar sistemas no demostrados.

En la WHA 31.33 (23/05/1978) la OMS apoya el uso de plantas medicinales en países en desarrollo. Pero siempre que su uso esté respaldado por evidencias de efectividad, inocuidad, etc. De nuevo, ante la carencia de medicamentos de ciertos países, la OMS busca un parche. Con lo que ya tienen, sí, pero basándonos en pruebas, siempre apoyados en ciencia y rigor. No debemos tampoco olvidar que esta resolución se emitió hace casi 40 años.

La siguiente resolución es de mayo de 1987 (WHA 40.43), casi 10 años después. Vuelve a instar a los países miembros, en especial a los menos desarrollados a que no descarten la medicina tradicional ya que no tienen otra. La mayoría de su sistema se compone de ese tipo de prácticas y prefieren que se usen (tras ser investigadas) a que no usen ninguna. La OMS insiste en que investiguen, que apliquen criterios de calidad al uso de plantas medicinales, etc.

Más resoluciones, seguimos sin evidencias

La cuestión ecológica aparece en la WHA 41.19 (1988): la OMS, ante la deforestación y el abuso en la recogida de plantas medicinales insta a que los países las protejan. Así llegamos a la WHA 42.43 que podemos considerar como el comienzo real de la estrategia de la OMS acerca de las «medicinas tradicionales».

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Dudo que alguien esté a favor de la deforestación y la extinción de especies vegetales.

La WHA 42.43 (19/05/1989) toma como apoyo la mayoría de las resoluciones que hemos analizado (WHA29.72, WHA30.49, WHA40.33, WHA31.33, WHA41.19). Pese a la ausencia de avances importantes provenientes de la investigación desarrollada desde 1969 habla de un supuesto potencial de la «medicina tradicional» para curar enfermedades no tratables.

Aún con eso, propone plantear una estrategia general sobre este tipo de prácticas. Y vuelve a insistir en la necesidad de investigación, evaluación riesgos, etc. etc. En ningún momento dice que no se haga ciencia o se usen tratamientos no avalados. Eso sí: añade los términos «alternativa» y «complementaria». El rumbo que iba a tomar esta serie de resoluciones era bastante claro.

Muy poco al respecto en la resolución WHA 54.11 (21/05/2001). La OMS insiste en el acceso universal a los medicamentos y alguien, de forma muy política, coló una línea recordando los «tradicionales».

Estrategia 2002-2005

La OMS publicó en 2002 su primera estrategia para las «medicinas tradicionales» tras entre dos y tres años de trabajo y reuniones liderados por la doctora Xiaorui Zhang. Comenzó como «médico descalzo» en China. Años más tarde recibió su título de médico en ese país. Fue vicepresidenta de una universidad de «medicina tradicional China».

El «por qué» de esta estrategia se resume en la falacia «ad populum» del propio texto. El planteamiento parece ser  que como mucha gente usa «medicina tradicional» y gasta dinero en ella, la OMS debe apoyarla. «¿Por qué un uso tan amplio?» se pregunta el documento. Y se responde con términos como «asequibilidad», «accesibilidad», «disponibilidad», o el arraigo en el sistema de creencias y los prejuicios hacia la medicina convencional y los medicamentos. Sí. Se basa solo en eso. Así lo expresa este documento de la OMS. No es un ejemplo de rigor precisamente cuando el motivo no es una posible efectividad.

La situación queda mejor expresada en esta frase (pag. 13): «[…] el cada vez mayor uso de la MT/MCA no está acompañado por un aumento en la cantidad, la calidad y la accesibilidad de la evidencia clínica para respaldar las afirmaciones de la MT/MCA.«. Una tremenda contradicción con el ejemplo que ponen una líneas antes. No les parecen bien las críticas a las pseudociencias y que se prefieran tratamientos demostrados. ¿El motivo? Porque eso excluye tratamientos tradicionales o alternativos… ¡en casos de VIH/SIDA!

¿¿¿Una estrategia basada en creencias???

La propia definición que hacen de «medicina tradicional» tampoco explica mucho el por qué de apoyar estas técnicas… ni por qué es «tradicional»: «La OMS define la medicina tradicional como prácticas, enfoques, conocimientos y creencias sanitarias diversas que incorporan medicinas basadas en plantas, animales y/o minerales, terapias espirituales, técnicas manuales y ejercicios aplicados de forma individual o en combinación para mantener el bienestar, además de tratar, diagnosticar y prevenir las enfermedades.». Si resulta sorprendente (incluso demencial) que apoyen las «creencias sanitarias».

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¿La OMS apoyando «creencias sanitarias»?

En la página 18 incorporan (vaya usted a saber por qué) a las pseudociencias actuales dentro del apartado «Medicina complementaria y alternativa». ¿Qué tiene que ver eso con la «medicina tradicional»? Realmente nada (porque no tiene acerbo cultural) y todo (por su carencia de evidencias). El resto del capítulo es una falacia detrás de otra ara tratar de justificar las siguientes recomendaciones.

Que no son más que los deseos de un grupo de practicantes de pseudociencias que, carentes de racionalidad, apuestan por este tipo de mala praxis. El resto del documento es un ejercicio de autocomplacencia, que no de ciencia. Tan solo de forma ocasional se habla de evidencias y es para, de forma torticera, relacionar las MT/MCA, una vez más, con el SIDA.

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«Medicina» contra la mala ciencia.

Actualización 01/06/2017: Un ejemplo de la «bibliografía» usada en la estrategia es este. El documento intenta sustentar la afirmación «Otro estudio reciente indica que los pacientes cuyos médicos generalistas  están  capacitados  también  en  medicina  complementaria  y  alternativa incurren en menores gastos de atención sanitaria y registran tasas de mortalidad más bajas que los demás. Los menores gastos se debieron al menor número de ingresos hospitalarios y prescripciones de medicamentos (31)»

El estudio referenciado con ese número 31 es este: Kooreman, P.; Baars, E. W. Patients whose GP knows complementary medicine tend to have lower costs and live longer. European Journal of Health Economics, 2012, 13 cé:769–776. ¿Es riguroso ese estudio? No.

Como bien exponen Sampson, Whitehurst y Street en su respuesta, la intepretación de los autores de los resultados es muy dudosa, sobre todo por las limitaciones del análisis. Su estudio no demuestra que la preparación en practicas alternativas se asocie ni con un menor coste sanitario ni con una reducción de la mortalidad. Otro ejemplo de «mala ciencia«.

La OMS: el que no llora no sale en la foto

De mediados de 2003 es una nueva resolución que insiste en las recomendaciones de la «estrategia 2002-2005». Se nota, una vez más, el poder de quienes defienden las pseudociencias. Es la WHA 56.31, de la que rescatamos este punto (uno de los que obvian los pseudoterapeutas): «8) proporcionen información fiable sobre la medicina tradicional, complementaria y alternativa a los consumidores y dispensadores con  el fin de promover su uso idóneo.» Con total seguridad podemos decir que ningún defensor de las pseudociencias hace eso ni por error.

Otra muestra de su influencia en la OMS es que logran meter su «medicina tradicional» de rondón en un punto de la «Estrategia mundial y plan de acción sobre salud pública, innovación y propiedad intelectual» (WHA 61.21, 2008). ¿Qué tiene que ver la MT con esto? Poco o nada… pero ahí que metieron también su cantinela. Como no les debían hacer mucho caso lograron otra resolución más, la WHA 62.13 (mayo 2009). Entre su habitual discurso político (que no científico) solo merecen la pena estas palabras que suelen caer en el olvido de ese sector: «[…] datos probatorios sobre seguridad, eficacia y calidad«.

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Si la directora general de la OMS (Margaret Chan) firmó el documento sin leerlo, malo. Si lo leyó, peor.

Ya sin la doctora Xiaorui Zhang (que desde 2010 asesora al gobierno chino en materia de medicina tradicional) el grupo de trabajo de «medicina tradicional» actualizó la estrategia. Y en 2013 lanzó la «Estrategia de la OMS sobre medicina tradicional 2014-2023«. Esta vez la hicieron para un intervalo mayor (9 años) y no tener que estar pidiendo resoluciones tan a menudo. Durante dos años colaboraron grupos y países interesados en que las pseudociencias se mantengan en el candelero.

La estrategia 2014-2023

Ante la mala prensa adquirida por el termino «medicina alternativa» pasan a hablar de «medicina tradicional y complementaria» (MTC). Aunque no por eso dejan de hablar de «alternativa», que aparece a lo largo de todo el documento.

Esta «estrategia» viene a ser un calco de la 2002-2005. Autocomplacencia, política, falacias «ad populum» sobre lo mucho que se usa la MTC, ahorro económico… En ningún momento consideran estas prácticas como lo que son: pseudociencias. Este cuadro resulta especialmente vergonzoso:

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Todo un «falso escocés» del grupo de fans de las pseudociencias de la OMS.

Lo único realmente relevante de todo este documento de estrategia están en el punto 4.1.2. (página 42 de la versión en español): «Además, la investigación y la innovación en las diversas
formas de MTC son escasas. La MTC se debe basar en pruebas científicas para que se la pueda considerar una parte integral de la atención sanitaria«. Lástima que esto no tiene mayor desarrollo.

La mayor preocupación de estos políticos de la salud es saber cuánta gente usa las MTC o cuánto se ahorra el sistema de salud (sin contar las complicaciones que supone no recibir un tratamiento de verdad, claro) para perpetuar sus falacias.

No es de extrañar que ninguna de las 52 referencias bibliográficas que acompañana a la estrategia contenga evidencias. Y sí hay muchos estudios de uso, encuestas, etc. La misma estrategia que usan, por ejemplo, los homeópatas.

Entonces, ¿qué dice la OMS sobre las terapias tradicionales, convencionales y alternativas?

Realmente, no dice nada.

Inicialmente (años 70s y 80s) la preocupación de la OMS eran las carencias sanitarias en países poco desarrollados. Por ello demandaba el fortalecimiento de lo poco útil que tuviesen. En la actualidad, tan solo es una estrategia aislada de carácter político. Sirve para contentar a países como China o India, aferrados a sus creencias en el área de salud… salvo cuando hay que correr. Entonces abrazan la medicina «occidental» y lo «tradicional» se vuelve «complementario».

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Diapositiva en una charla de uno de los autores de la estrategia 2014-2023.

No hay una base científica y se desprecia por completo algo que debería ser básico: tratamientos basados en evidencias. Pese a que en ocasiones habla de eficacia e inocuidad no es suficiente. Un país con poco desarrollo sanitario seguirá así años y años si no focaliza sus esfuerzos en algo que sirva. Desde luego, focalizar en pseudociencias es una condena para los ciudadanos de los países donde estas prácticas retrógradas siguen teniendo apoyo gubernamental.

Pero, sobre todo, esta última estrategia es la pescadilla que se muerde la cola. Más de 70 páginas de verborrea inútil para luego descartarse por una frase en la página 42. La MTC se debe basar en pruebas científicas. Alguien ‘robó a un ladrón’ durante la redacción del documento y lo convirtió en papel mojado. Y más cuando (afortunadamente) la OMS no tiene poder ejecutivo: solo hace recomendaciones. Unas muy acertadas, por supuesto. Otras, como las que hemos analizado, sin pies ni cabeza.

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PD. El artículo en inglés «WHO’s Strategy on Traditional and Complementary Medicine» de Thomas P.C. Dorlo, Willem Betz, y Cees N.M. Renckens trata con otro enfoque y en mayor profundidad el tema de la infiltración de las pseudociencias en la OMS.

Otro artículo al respecto: Dr. Landa García: «¿Deberemos aceptar la Medicina Tradicional China?» (27/03/2019)

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COMENTARIOS
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1 respuesta

  1. avatar Anónimo 14/06/2017 / 09:35

    [moderado]

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